Observatorio del Arte de Arnuero
del 28 de julio al 22 de agosto.
“ Los artistas me enseñaron el rigor.”
Coco Chanel
Una foto en blanco y negro. En ella aparecen unas manos juntas, la derecha sostiene delicadamente un lápiz y ambas están apoyadas sobre una tela. Son las manos de una de las mujeres más importantes del siglo pasado, las de Gabrielle Chanel, conocida por todos como Coco. Es una de las muchas imágenes que inmortalizaron a la dama de la moda y que nos muestra unas manos únicas, dotadas de una genialidad irrepetible.
En realidad, el personaje de Coco Chanel es conocido por todos nosotros porque su vida forma parte de nuestra memoria y es ya una leyenda. En muchas de esas fotografías que captaron a la diseñadora en su trabajo o en su casa podemos ver sus dibujos y sus bocetos. Pero Chanel nunca se consideró una artista, siempre respetó la diferencia entre la moda, que entendía como un oficio, y las cualidades artísticas de sus amigos y maestros. Afirmaba que “la costura es una técnica, un oficio, un comercio…” y que un modista no debía creerse en ningún caso un artista.
Aunque la vida de Gabrielle Chanel está llena de misterios, incluso de pasajes inventados como algunos de su infancia, de lo que no cabe ninguna duda es que esa mujer menuda fue capaz de cambiar la moda no sólo de su tiempo, sino que aún hoy seguimos vistiendo según sus dictámenes.
El principal objetivo de esta exposición es que el público pueda empaparse del espíritu de Coco Chanel, ya que no sólo podrá ver fotografías personales suyas, sino que además se encontrará rodeado de las obras de los artistas con los que la gran diseñadora compartió pasiones y gustos en el París del siglo pasado. No olvidemos que las primeras décadas del siglo XX destacan por ser las más revolucionarias de la Historia del Arte. De hecho, los movimientos que se produjeron en la primera mitad de esa centuria fueron decisivos en todas las disciplinas. Durante años, el cubismo invadía no solo los estudios de los pintores y escultores a través de sus creaciones, sino que influía en otras esferas como la moda o la arquitectura. Lo mismo que ocurriría con el dadaísmo o el surrealismo que llegaron hasta la literatura o el teatro . En este sentido, Chanel supo beber de las fuentes artísticas que le rodeaban y se relacionó intensamente con los más destacados artistas e intelectuales de su tiempo.
Sin duda, esta exposición representa una ocasión única que nos acerca a una faceta menos conocida de Coco Chanel. Más allá de su genial labor como diseñadora de moda y como revolucionaria de las tendencias estéticas existe un aspecto cuya importancia es indiscutible y que le relaciona directamente con el desarrollo de las vanguardias del siglo XX. No sólo fue mecenas, sino también musa y, lo que es más importante aún, se convirtió en un personaje clave para cambiar lo formalmente establecido hasta entonces, trascendiendo las fronteras de la moda .
Ella misma sentenció que "para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente" y hoy podemos afirmar que consiguió ser única y que aun décadas después de su muerte sigue siendo irremplazable en el Olimpo de los dioses de la creación.
María Toral
El artista español decía que “el objetivo del arte es quitar el polvo a la vida diaria de nuestras almas”. Con esa forma de pensar es lógico que Coco Chanel admirara al artista más importante del siglo XX. Coco hablaba así del artista: “No sé si es un genio; es difícil decir de alguien que se conoce que es un genio; pero estoy segura de que forma parte de esa cadena invisible que va uniendo, a través de los siglos, unos genios con otros.”
Ambos trabajaron juntos en 1924 en el ballet ‘Le Train Bleu’, el telón era de Pablo Picasso y el vestuario corrió a cargo de Coco.
Para los Ballets rusos se unieron varios artistas, para crear esta producción de Serge Diaghilev concretamente fueron Darius Milhaud (música ), Jean Cocteau (libreto) y Henri Laurens (decorados).
COCO CHANEL Y
SALVADOR DALÍ
Coco pasó dos semanas en Arcachon en agosto de 1939 con
Salvador Dalí y era el único pintor del que poseía un
cuadro, unas espigas de trigo sobre fondo negro. Las espigas son el fetiche de
la alta costura, y solo por eso ocupó una pared en la rue Cambon de París.
Su amistad fue muy fructífera, de esta unión entre el artista y la diseñadora se dieron grandes colaboraciones,
como el Chanel Nº5 que diseño Dalí.
Dalí hablaba
así de su amiga: “la originalidad de Chanel era contraria a la mía […] Desde
siempre, exhibo sin pudor mi pensamiento, mientras que ella, sin esconderlo, no
lo exhibe, lo viste… Su cuerpo y su alma son los mejor vestidos de la tierra”.
En
1937, Salvador Dalí firmó contrato con el entonces director de los Ballets
Rusos, el prestigioso coreógrafo Léonide Massine, para hacer el libreto y la
escenografía de un ballet que se estrenaría en París. Nombrado primero Tristán
fou; Venusberg, después, y finalmente estrenado como Bacanal,
Dalí se propuso ofrecer el primer ballet paranoico de la historia. Contó
con Coco Chanel para idear y confeccionar el vestuario; la diseñadora ya era
entonces una mujer reconocida e influyente. Junto a ella, el escultor Apelles
Fenosa se encargaría de la realización de los elementos de un atrezzo
ideado por Dalí desde su universo surrealista.
LA MODA DE LA EPÓCA
Emmanuel Rudnitsky
es decir, Man Ray había nacido en Estados Unidos y decidió viajar a París,
entonces la capital mundial del arte. Sus primeros años allí, de 1921 a 1940,
fueron los más fructíferos que vivió como creador, su imaginación y su capacidad
intuitiva hizo que fuera dadaísta, surrealista, fotógrafo mundano, fotógrafo
innovador, creador de objetos, pintor, cineasta, colaborador de distintas
revistas, cronista excepcional de París…
Como fotógrafo de
moda es el retratista del glamour. El estilo Man Ray está impregnado en
todas sus fotografías, hace posar a sus modelos junto con obras de arte,
como esculturas de Giacometti o Brancusi
o junto a obras de arte griego clásico y junto a pinturas de Picasso o Picabia.
Sus modelos y
cómplices son personajes ya míticos como Peggy Guggenheim vestida
de Poiret, la escritora y activista Nancy Cunard o Elsa Schiaparelli, otra
diseñadora de la época.
La plástica de su
trabajo deja completamente de lado el aspecto comercial que algunos le
impregnaban por ser fotografías de moda o publicidad que podían ser admiradas
en revistas como “Vogue” o “Bazaar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario