Mujeres de Goya

Observatorio del Arte
"Mujeres de Goya"
25 julio a 19 de agosto

La tipología pictórica y retratista sobre la mujer forma parte de la producción artística de Francisco de Goya. Pocos artistas han sido capaces como Goya de alejarse de la idea de la mujer como una musa estanca para poder representarla en distintas facetas. Veremos distintos modelos femeninos “inmortalizados” en un momento histórico en el que la mujer carecía de la posición reconocida que tiene actualmente en la sociedad. Se trata de mujeres valientes como Agustina de Aragón, mujeres luchadoras y solidarias, inconformistas, incluso inmortaliza a una torera como “la Pajuelera”.  Además, muestra la cara más amarga de la realidad a través de la prostitución o la misoginia.  Por supuesto no podemos olvidarnos de “las majas”, esas figuras femeninas más libres y trasgresoras del pueblo cuyo vestuario fue copiado por las damas de la aristocracia que tanto deseaban ser retratadas por Goya. Hoy, con siglos de distancia apreciamos como esa presencia no se limita solo a esas obras de encargo si no que, en su producción gráfica, sus creaciones más libres, las mujeres tienen un indudable protagonismo. El artista realizó cuatro grandes series de grabados Los Caprichos (1799), La Tauromaquía (1814-1816), Los Desastres de la guerra (1810-1820) y Los Disparates o Proverbios (1815-1824). Más de doscientas obras que no solo poseen un gran valor artístico si no que con la perspectiva del tiempo podemos decir que suponen una crónica inigualable de la época del artista.

Para esta exposición, se han seleccionado piezas de las cuatro series citadas, relacionadas entre sí por un elemento común a todas ellas: la presencia femenina. Una presencia que a veces se alza como protagonista, en otras ocasiones se sitúa en un segundo plano e, incluso, en otras tan solo la intuimos con recursos metafóricos como el grabado 79 de Los Desastres de la guerra “Murió la verdad”. En dicha obra, La verdad aparece representada como una bella mujer fallecida rodeada por personajes monstruosos y religiosos donde la Justicia se cubre los ojos para no ver la sepultura de la libertad. Una clara alusión al regreso de Fernando VII al poder que, entre otras consecuencias negativas, también se encontraba el fin de las expectativas de cambio de la situación de las mujeres.

En la serie Los Caprichos capta situaciones reprochables que vemos especialmente en donde podemos llegar a distinguir dos grandes apartados donde Goya se centra en la situación de las mujeres: el del matrimonio y el de la prostitución. Para el Antiguo Régimen, el matrimonio había sido un útil instrumento para asegurar una estabilidad y un orden en el ámbito familia. Muchos textos de la época comenzaron a ser críticos con los enlaces de conveniencia que sólo buscaban beneficios económicos o de prestigio de clases. También en el teatro se trataba este tema, como fue el caso de Leandro Fernández de Moratín en sus obras El viejo y la niña o El sí de las niñas. Por tanto, no es de extrañar que Goya sintiera la misma necesidad de criticar a través de su arte, lo que sus amigos ilustrados como Juan Agustín Ceán Bermúdez, Juan Meléndez Valdés, Juan Antonio Melón o su protector Melchor Gaspar de Jovellanos decían en sus escritos, y mostrar así su visión del espíritu ilustrado con respecto a estas prácticas.

Pone de manifiesto no sólo el derecho al matrimonio por amor, sino también plantea el conflicto de la autoridad paterna, el respeto a las normas sociales y el papel de la mujer en la sociedad.

El otro tema clave de Los Caprichos es el de la prostitución clandestina en España, que era un problema que venía de tiempo atrás. En el siglo XVII, se ensayaron intentos para clausurar los prostíbulos por razones tanto religiosas como sanitarias, pero la medida sólo trasladó el problema a las calles de las ciudades. La Europa ilustrada veía la prostitución como algo que no debía prohibirse, sino más bien tender hacia un control que no hiciera peligrar el orden ni la salud pública   Goya se mostró muy crítico con una práctica muy mal regulada y que hacía que las mujeres a menudo la ejercieran de manera obligada. Los asuntos tratados componen así un retablo vivo de vicios y defectos humanos y tienen que ver con la religión, la moralidad, el amor, el matrimonio, la seducción, el rapto, la violación, la superstición, la brujería, los desmanes de la Inquisición, la vanidad o la charlatanería… Goya construye así un imaginario de intencionalidad moralizante donde las mujeres son claramente criticadas en sus hábitos, pero también presentadas como víctimas. En esta serie también queda patente la obsesión de Goya por la duquesa de Alba en el grabado número 61 de los Caprichos titulado “Volaverunt” donde la retrata como un ser superficial con alas de mariposa que vuela sobre seres monstruosos o grotescos, que representan sus coqueteos amorosos.

A través de estas obras Goya capta la complejidad de la situación de la mujer en su época siempre desde un punto de vista crítico que contrasta con la visión que tienen otros artistas del siglo XVIII. Estamos en un periodo clave de la Historia ya que Diderot empieza a hablar del término femenino, algo que supondrá el germen para la explosión y el avance del pensamiento feminista durante los siglos posteriores. Sería en su escrito Sobre las mujeres donde el filósofo francés se mostraría más contundente en sus pensamientos: “En casi todos los países, la crueldad de las leyes civiles se ha reunido contra las mujeres a la crueldad de la naturaleza [previamente ha hablado del parto y dolores y la dificultad que supone a la mujer]. Han sido tratadas como niñas imbéciles. No hay ningún tipo de vejaciones que, en los pueblos civilizados, el hombre no pueda cometer impunemente contra la mujer”.

Recordemos que Goya era un afrancesado que seguía las corrientes más intelectuales del país vecino como demostró en numerosas ocasiones y es notable la influencia del pensamiento de Diderot en sus obras. De hecho, parece poner imágenes a algunas de las palabras del francés como cuando este apunta: “he visto a una mujer honrada estremecerse de horror al acercarse su marido”. Una influencia que no se limita únicamente para denunciar las situaciones injustas impuestas a la mujer por cuestión de género, también es capaz de ensalzar las virtudes que poseen como en el grabado “¡Qué valor!” de la serie Los Desastres de la Guerra donde muestra a Agustina de Aragón en un momento de valentía inigualable que nos hace pensar también en otras palabras pronunciadas por Diderot cuando sentencia que “cuando ellas tienen genio, considero que su huella es más original que la nuestra”.

Pero no solo muestra una figura femenina heroica, a lo largo de la serie vemos mujeres aterrorizadas, algunas que incluso hacen lo que sea por salvar a sus hijos de la muerte como en el grabado número 44 “Yo lo vi” o en el número 45 “Y esto también”. Además, Goya se incluye como un testigo fiel de esas situaciones que critica en el que las mujeres son víctimas indefensas de las tragedias acontecidas durante un conflicto bélico con terribles daños.


En la última de sus grandes series de grabados fue Los Disparates o Los Proverbios, también se sirve del aguafuerte para mostrarnos distintos tipos de feminidades (matrimonios forzados, infidelidades, celestinas…) pero de una forma más misteriosa. Hasta tal punto que el significado de esta serie ha sido objeto de numerosas interpretaciones, algunos estudiosos los consideran un producto de la imaginación y otros, ponen esta serie en relación con el carnaval.

Estas láminas no pudieron verse hasta 1864, mucho después de la muerte del artista, ni siquiera se conoce la fecha exacta en la que realizó la serie; sabemos que fue al concluir La Tauromaquia (donde dedicó una estampa a una mujer torera, resaltando su valor) y lo más probable es que no pudiera publicarlas al decidir trasladarse a Francia para abandonar la España fernandina que tanto había coartado las esperanzas de libertad, incluyendo las de las mujeres.

Gracias a esta exposición, nos adentramos en el análisis que a lo largo de su dilatada carrera Francisco de Goya realizó del mundo femenino.  Un análisis realizado desde la genialidad y la modernidad características del maestro aragonés que le convierten en una figura imprescindible de la Historia del Arte capaz de dar voz a los silenciados como lo fueron las mujeres de su época.

María Toral

 Comisaria de la exposición


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