Amalia Avia/Lucio Muñoz

"LA PINTURA EN EL CENTRO"
20 julio a 18 de agosto 2019
Observatorio del Arte de Arnuero

Esta exposición reúne obras de dos artistas imprescindibles del panorama artístico español de la segunda mitad del siglo XX. Hablamos del matrimonio formado por Amalia Avia (Santa Cruz de la Zarza, Toledo, 1930 – Madrid, 2011) y Lucio Muñoz (Madrid, 1929 - 1998), una unión excepcional que junta en un mismo espacio las dos tendencias más importantes del arte durante las últimas décadas: la figuración y la abstracción.

Sin embargo, cuando estamos ante las obras de estos creadores podemos encontrar puntos en común que se diluyen entre las divergencias del lenguaje estilístico con el que cada uno de ellos decidió expresarse. Porque lo cierto es que, a pesar de mostrar dos estilos completamente opuestos en la teoría, cuando vemos estas piezas únicas sentimos una perfecta comunicación entre ellas. La misma que estos dos maestros de la pintura mantenían entre ellos y que estaba basada en el respeto y en la admiración mutua. 
Cuando Amalia Avia comenzó a formarse era el año 1953, una época en la que muy pocas mujeres estudiaban y mucho menos aún trabajaban. Sin embargo, Avia luchó contra los estereotipos de su tiempo y se dedicó de lleno a su carrera artística siendo capaz de conciliarla con la familiar.
Algo que no fue sencillo pero que consiguió con gran éxito y sus obras emblemáticas son el testimonio único de una época ya pasada a través de su mirada eterna. De ella, Camilo José Cela llegó a decir que era “la pintora de las ausencias, la amarga cronista de “por aquí pasó la vida marcando su amargura e inevitable huella de dolor”, como en las novelas de los maestros rusos del XIX».



El otro protagonista de esta muestra, Lucio Muñoz, entró en contacto con el informalismo cuando estuvo becado en París. A partir de ese momento, se adentra en los terrenos de la abstracción, que no abandonará ya en toda su trayectoria. El artista Antonio López, su compañero en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando recuerda como Muñoz, que en sus inicios fue figurativo, cambió su forma de entender la creación: “la figuración era algo común y decisivo para él hasta que encontró su voz y su material, la madera. Así llegó a la abstracción con una naturalidad asombrosa”. Fue tras su paso por Francia cuando descubrió que la madera tenía unos matices que le permitían realizar las obras que él deseaba, de ahí que este material orgánico sea característico del trabajo de Muñoz. Un principio versátil que arañaba, quemaba o tallaba para conseguir así los efectos esperados. 


En esta muestra podemos ser testigos precisamente de ese cambio estilístico del artista madrileño ya que se ha incluido una obra del año 1958, por la importancia del tema, y que se trata del retrato de su compañera Amalia Avia. 

Muñoz siempre admiró el trabajo de su mujer y era consciente de la gran influencia que había supuesto para él, y decía que era con ella con quien se comunicaba plenamente.


Esa es la misma comunicación que podemos sentir en esta exposición realizada especialmente para Arnuero. Una selección de once obras que abarcan un periodo de casi cuatro décadas que se inicia con una obra de Lucio Muñoz de 1958 y finaliza en 1995 con obras de ese mismo año de ambos artistas.


Estamos ante una ocasión única en la que los dos grandes artistas comparten protagonismo. Un protagonismo que siempre respetaron y que nos hace pensar en la reflexión del filósofo suizo Henry F. Amiel: “El respeto mutuo implica la discreción y la reserva hasta en la ternura, y el cuidado de salvaguardar la mayor parte posible de libertad de aquellos con quienes se convive”.
Hoy con la distancia del tiempo, más allá de valorar la gran obra pictórica de estos dos maestros, podemos además hablar de ese respeto lleno de discreción, ternura y libertad. 

María Toral



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