No hay Color

 "No hay color"

Colección Los Bragales

Observatorio del Arte

19 julio a 18 de agosto



La denominación Colección Bragales se inicia en 2005 como consecuencia de mi trayectoria como coleccionista desde 1975 hasta la actualidad, dando cuerpo a casi cincuenta años interesado en las aportaciones del arte moderno y contemporáneo hasta nuestros días, tanto nacional como internacional.

Con la necesaria capacidad de adaptación a los cambios, evoluciones y preocupaciones del arte de nuestro tiempo Bragales va incorporando pintura de las décadas de los ochenta y noventa, con   soportes como la fotografía, el video y la instalación, como procedimientos del arte de nuestros días, sin olvidar nunca el dibujo y la pintura como genero preferente.




Según Michael Findlay en Valor del Arte, el perfil de un coleccionista se identifica por tres actitudes: poseer una verdadera pasión por el arte, mantener un seguimiento de la evolución de los artistas por los que se ha apostado y creer en el valor de arte señalando su alcance y función social.

En este sentido, y desde el año 2008, Los Bragales ha mostrado a muy distintos públicos a través en 94 exposiciones (18 en Cantabria) en diferentes Museos y Centros de Arte de titularidad pública, además de contribuir con préstamos puntuales.

Esta exposición, planteada desde el NO HAY COLOR o LA AUSENCIA DEL COLOR en los soportes de pinturas, esculturas y fotografías, quiere hacer un homenaje a ese inicio del informalismo español, donde el negro protagonizaba un gran número de las mejores y más representativas obras del grupo El Paso, activo en España entre 1959 al 1962.

Pero esta selección también homenajea al Picasso que en los comienzos del siglo XX pintaba en negro olvidando los colores. Es en el Guernica donde el uso del blanco y negro se vincula con la muerte y el desastre, dando continuidad a los tonos austeros de nuestros clásicos manieristas, barrocos y románticos de El Greco, Diego de Velázquez y Francisco de Goya, cuya exposición en Blanco y Negro de 2012 en la ciudad de Nueva York, supuso comprender de forma auténtica y esencial a nuestros grandes maestros.

Pero no solo el horror y el bombardeo del Guernica se expresan con las temperaturas del gris. También el amor, la ternura, las emociones y la sensualidad se expresan sin necesidad del color para mostrarse plenas y rotundas mediante el blanco y el negro, tal y como señalaba Willy Kandinsky en su estudio sobre la Espiritualidad en el Arte.

Frente a la concepción monista del color que caracteriza la teoría óptica de Newton, en su refutación de la Teoría de los Colores, Goethe propone la confluencia de principios duales en la manifestación del color: luz y oscuridad, blanco y negro. Este principio dual que señala la polaridad luz-penumbra y blanco-negro, tiene su correlato y correspondencia en otros principios duales que afectan al comportamiento orgánico de la naturaleza: inspiración-expiración, sístole-diástole, expansión lumínica-concentración matérica.

Pero, tal y como nos muestra la física, el registro del blanco y negro logra la síntesis de todos los colores reunidos. La conjunción de todos ellos se transforma en blanco cuando media el movimiento y la luz, o se transmutación en negro -o masa informe de negro gris y amarronado-, cuando son todos mezclados mediante pigmento material.

En la Colección Bragales se han identificado cincuenta y dos obras en donde el blanco y el negro y sus escalas de grises son el vehículo de la creación plástica. De esta forma se han realizado una selección de 12 piezas por la comisaria adaptadas al espacio del Observatorio de Arte de Arnuero, Cantabria.

En la exposición vemos objetos en los que la colección se proyecta. Así, en las fotos de Chema Madoz, un violín y el teclado de un piano son intervenidos por objetos que han alterado la función musical y nos obligan a pensar en sus estructuras formales, en sus respectivas funciones, en su comprensión como significantes de un amplio contenido cultural: “El diálogo entre los objetos que propone Madoz está definido y neutralizado por su resolución fotográfica en blanco y negro.

Cuando Woody Allen rueda Manhattan, -con la intención de rendir homenaje a la ciudad de la cual dice estar profundamente enamorado y ser devoto incondicional-, experimenta y elije la película en blanco y negro por la distancia poética, por su valor abstracto,

Otro polo interesante constituido como extremos, serian encontrados en la fotografía de Douglas Gordon –siniestro correlato del negro en la ceguera- O en la corporeidad de las, frente al crudo tratamiento, poesía maldita y sombra expresionista de los personajes sometidos al discurso visceral de Bernardí Roig.

Dos dípticos -o al menos así parecen funcionar, en blanco y negro, aunque individualmente, en blanco y en negro, cumplan bien sus propósitos- marcan quizá los dos polos que tensan con intensidad esta selección de piezas. De un lado el medido análisis intelectual del padre del pop británico Richard Hamilton, que, con sus Chrome Guggenheim y Black Guggenheim, relieves de poliéster de 1970, señalaba la versión fría y distante referida al diseño industrial y al consumo de masas, como iconos intergeneracionales de alcance universal.

Capítulo aparte lo forman en esta selección, los papeles y telas del informalismo y el expresionismo abstracto español de los cincuenta y sesenta. Con la ascética austeridad de los gestos oscuros de Rafael Canogar, la negra arqueología arquetípica de Manuel Millares o la del eco limpio de Eduardo Chillida aquí en un aguafuerte de nombre La Ancana –personaje mitológico de Cantabria, ya en las postrimerías de la cita posmoderna,

Sara Huete, Esther Ferrer o la preciosa y enigmática Heliópolis del gran fotógrafo español Joan Fontcuberta, van construyendo mediante la nueva fotografía y la fotografía documental, el fotograbado o la tipografía y la pintura, la diversidad y la heterogeneidad de intereses de la colección, que encuentra en sus distintas propuestas el rinconcito donde plegarse, donde habitar camuflado, donde sentirse inopinadamente prolongado.

La escultura esta representada en la obra de Dora Salazar donde se homenajea tridimensionalmente a Frida Kilo través de su chaleco con la aportación de diferentes materiales

Y en esa polaridad de carácter binario, de la práctica del blanco y negro cuyo mecanismo se ejercita por la reconciliación de opuestos, se encuentra la idea de la síntesis del coleccionismo y su equilibrio personal y emocional, social y cultural, que ejercito públicamente como tantos otros coleccionistas en nuestro país.







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